¿Habrá alguna persona que no haya usado en algún momento de su vida una careta?
Todos hemos actuado de una forma distinta a la
que realmente somos para que los demás no nos reconozcan. Sin importar si usted
es de sexo masculino o sexo femenino, nos hemos convertido, con el paso de los
años, en unos expertos en el uso de las caretas. Conocemos perfectamente cuál
de todas ellas usar dependiendo con quien estemos y la situación por la que
estemos pasando, pero en medio de ese afán que no nos permite descansar,
terminamos por desconocer quien realmente somos. Las caretas no hacen distinción
de raza, edad, posición económica, nacionalidad, cultura o creencia religiosa.
Hay habilidades, virtudes, talentos, que solo te
pertenecen a ti y fueron creados para que solo tú los pulas como se pule un
diamante y puedas brillar como el brillo que emana un diamante; sin embargo, a veces
optamos por usar caretas, emular algo o a alguien para no exhibirnos como
realmente somos.
Algunas de las caretas que usamos son:
CARETA DE
PODER: Hay quienes la usan para asegurar sus necesidades primarias, pero se
aferran en convencer a los demás del poder que poseen. Quienes portan ésta
careta suelen usar frases como “El diputado es muy amigo mío” o “el director de
la empresa y yo estudiamos juntos en la universidad”
CARETA DE SUPERIORIDAD:
las portan quienes suelen cargar su currículo a todos lugares ya que estas
personas necesitan impresionar, destacar, predominar y aventajar a los demás.
CARETA DE
VÍCTIMA: La visten aquellas personas que jamás sonríen, padecen por todo,
la mayor parte del tiempo se la pasan afligidos y angustiados y solo lo malo
les ocurre a ellos ¡Jamás podrás igualarlos en tragedias!
Sin darnos cuenta, acabamos necesitando cada vez
más y más caretas para ser el protagonista de la novela que quieres que otros
crean que eres. Ignorando que éstas caretas acaban por ridiculizar tu vida,
encarcelando poco a poco tus emociones y convirtiéndote en un ser dependiente
de ellas.
Suponga usted que un fin de semana se va de
fiesta y se lleva puesta una careta. La portas durante todo el evento, te la
pasa de lo mejor, pero resulta que a la mañana siguiente, al despertar, te
paras frente al espejo y te asombras porque no identificas a la persona frente
al espejo. La peor parte es cuando intentas liberarte de esa careta y ¡oh
sorpresa! No lograr hacerlo porque el adhesivo que usaste para poner la careta
en tu rostro es tan fuerte que no te la puedes quitar nunca más en la vida.
¿Te imaginas ir todos los días al trabajo con ésa
careta, verte al espejo y mirarte así? Sería una pena.
De igual forma las caretas terminan por adherirse
a tu piel y tú necesitando cada vez más y más de ellas. Pero la verdad es que
solo nos sirven para aparentar algo que no eres.
Por eso cuando tomes la decisión de quitártela y
exhibirte ante todos como realmente eres, con tus desperfectos y capacidades,
es allí donde dará inicio tu nuevo cambio. En el instante en que tomes la firme
decisión no usarla más, todo el desgaste que tienes por haberla cargado durante
mucho tiempo, se transformará en energía, misma que deberás usarla para
alcanzar tus metas y objetivos tanto en tu trabajo como en tu vida.
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